innovación para el desarrollo equitativo
METODOLOGÍA IDEQ
Documentos de Sustento
Documento der sustento no 5
Un nuevo esquema de alianza estratégica y organización productiva
La Metodología IDEQ plantea la conveniencia de que las productoras que decidan participar en el proyecto se organicen en pequeñas unidades productivas, con el número de integrantes que ellos mismas decidan, en el entendido de que estos Talleres Productivos, aún los individuales, participarán en iniciativas de acción conjunta a través de la Sociedad Cooperativa que habrán de constituir y de la que todas formarán parte, por derecho individual. El esquema operativo pretende asegurar que el ingreso para cada productora participante dependa directamente de la intensidad y la calidad de su propio esfuerzo, y de que no se generen liderazgos indeseables, sino representaciones individuales por taller que deberán rotar en forma periódica, para que todas tengan la oportunidad de servir y apoyar a sus respectivos compañeros de Taller.
La sustentación de este esquema de colaboración y trabajo colectivo es la siguiente:
Como ya se ha mencionado en otros documentos de soporte, la experiencia internacional demuestra que la principal limitación y desventaja de la pequeña unidad productiva no se deriva de su condición de pequeña, sino de que actúa sola, lo que resulta aún más grave cuando se da en un contexto de actividad económica en cada vez más profunda y compleja relación de interdependencia. Se acepta incluso que para muchas pequeñas unidades productivas, la única posibilidad de desarrollarse, e incluso de sobrevivir, dependerá de su capacidad y de su decisión oportuna de conjugar esfuerzos con otras unidades.
Las ventajas reconocidas internacionalmente de la acción conjunta y la colaboración empresarial son más que evidentes:
Compras en Común.- En efecto realizar adquisiciones en común para las pequeñas unidades productivas puede incrementar la capacidad de negociación colectiva y llevarlas a obtener términos y condiciones similares a los que reciben las empresas grandes, con lo que pueden incidir seriamente en el nivel de competitividad individual.
Maquinaria e Instalaciones Comunes.- En la adquisición de bienes de capital la acción conjunta no sólo puede permitir mejores términos y condiciones a las pequeñas unidades productivas, sino que además, y probablemente sobre todo, puede hacerles factible y rentable el acceder a ciertos equipos que de manera individual no habrían podido incorporar jamás a su proceso productivo. Un grupo modesto de costureras puede organizar conjuntamente un Centro de Servicios de Corte y patronaje, por ejemplo, con maquinaria y equipo moderno y sofisticado.
Servicios Empresariales Comunes.- Como sucede en todos los países avanzados, las pequeñas unidades productivas latinoamericanas pueden organizarse para disponer de servicios empresariales en conjunto, con mucho mejores resultados de lo que pueden obtener de manera individual: Contabilidad, Asesoría Jurídica, Diseño, Mantenimiento, etc.
Promoción y Comercialización Conjunta.- A través del esfuerzo conjunto de consolidación de oferta y comercialización, las pequeñas unidades productivas pueden incrementar sensiblemente su capacidad de negociación y competencia para acceder incluso a nichos de mercado imposibles de acceder en una acción individual. Los ejemplos son variados: Folletos, catálogos y material promocional conjunto, participación en ferias, organización de exposiciones, publicidad colectiva, vendedores comunes, transferencia de nuevos clientes, etc.
Intercambio de experiencias y capacidades.- Esta es una alternativa de colaboración en la que los países más avanzados tienen una gran trayectoria. El análisis conjunto de problemas más o menos similares puede permitir encontrar mejores soluciones. Capitalizar los errores y las experiencias de éxito de otros emprendedores en condiciones más o menos similares, puede acelerar sin duda el proceso de modernización y de competitividad
Defensa de intereses comunes ante compradores y proveedores.- A través de la colaboración y la acción conjunta las pequeñas unidades productivas pueden superar esa vulnerabilidad estructural que los atrapa entre compradores y proveedores grandes que de manera individual les imponen siempre sus respectivos términos y condiciones en su relación comercial.
Gestión ante autoridades.- Los administradores de unidades productivas muy pequeñas suelen no tener acceso a los niveles de decisión de las estructuras gubernamentales. La situación y los resultados de gestión cambian considerablemente cuando se acude como un grupo emprendedor y se presentan argumentos colectivos.
Es manifiesto sin embargo, que los administradores y/o propietarios de las muy pequeñas unidades productivas en América Latina mantienen, por lo general, una preferencia natural hacia la acción individual, tendencia que en variadas ocasiones limita su propio desarrollo. La acción individual de las pequeñas unidades productivas, en el contexto de la magnitud reducida de su propia actividad, no sólo le impone diversos obstáculos, sino que le impide acceder de manera colectiva a los métodos y procedimientos modernos de producción, administración y comercialización, y en consecuencia alcanzar los niveles de eficiencia y competitividad que exigen mercados verdaderamente competidos.
Es cierto que el esfuerzo productivo para la población con menores recursos se debiera sustentar básicamente en la responsabilidad colectiva, sin embargo, también lo es que los emprendedores latinoamericanos, en general, son muy escépticos de las ventajas de la acción conjunta; se inclinan a desconfiar de los demás por principio, y a quienes participan en su misma actividad tienden a verlos no sólo como competidores sino casi como adversarios, o incluso enemigos, de quienes prefieren subestimar, con frecuencia, sus logros y cualidades.
Inculcar el sentido de la colaboración y el respeto empresarial en la región implica una modificación cultural tan importante como difícil y requiere de una inteligente y activa labor de motivación gradual y de concertación.
La propuesta de organización productiva que se propone en la Metodología IDEQ se sustenta, por supuesto; en el espíritu cooperativista, sin embargo su funcionamiento no responde al enfoque tradicional.
El esquema funcional que se propone para la formación y operación del Complejo Productivo es parte del reconocimiento de esta realidad y responde a seis principios básicos:
1.- Alianza estratégica.- Los productores deberán concertar una verdadera alianza estratégica en la que consoliden sus requerimientos y conjuguen sus esfuerzos para incrementar su capacidad de negociación y acceder a beneficios que difícilmente podrían obtener actuando de manera individual y aislada. Los productores participantes no debieran efectuar negocios u operaciones de compra-venta de bienes y servicios entre sí mismas, lo que transformaría su esquema de colaboración en una mera relación comercial, con lo que se eliminaría el principio de equidad y reciprocidad que debe prevalecer en toda alianza estratégica, donde ningún participante obtiene ventaja del otro.
En una verdadera alianza estratégica, los productoras se agrupan no para hacer mejores negocios entre sí, sino para hacer mejores negocios con los demás. En el Proyecto deberá cuidarse que algunas productoras con mayores posibilidades de comunicación o con menores complicaciones de traslado, subcontraten actividades laborales con otras productoras que no disponen de tales facilidades. En el Complejo Productivo Binacional debe evitarse la práctica, muy frecuente en Latinoamérica, donde los pobres explotan a los miserables.
2. Libertad de participación.- En el Complejo Productivo Binacional, los productores deberán participar en las iniciativas de acción conjunta tan sólo cuando lo estimen conveniente. No es aconsejable que se formalicen compromisos contractuales de participación. La experiencia demuestra que la acción conjunta se da efectivamente si persiste la libertad de no participar en ella. El esfuerzo colectivo eficaz surge siempre de la convicción de que, en virtud de las ventajas concretas y con relación a cada iniciativa y operación en lo particular, es mejor hacerlo de manera colectiva que en forma individual.
En el Complejo Productivo no será necesario que las productoras participantes se pongan de acuerdo entre sí en forma previa para participar en una iniciativa de esfuerzo y beneficio colectivo. La propuesta de cada iniciativa de acción conjunta deberá someterse, en todos los casos, a la consideración de los potenciales participantes y únicamente se activará si algunas de ellas deciden llevarla a cabo, aceptando la responsabilidad de impulsarla, y apegándose a una normatividad y procedimientos operativos acordados por todas en forma previa.
3. Liderazgo compartido.- Debe buscarse evitar los liderazgos perpetuos que tienen siempre efectos negativos y propician la manipulación y la dependencia. Debe proponerse a las productoras participantes que formen sub-grupos, en calidad de Talleres Productivos, con el número de participantes que ellos mismas decidan, pudiendo llegar a participar con los mismos derechos y obligaciones los Talleres Productivos formados por una sola productora.
Los Talleres Productivos designarán una Representante, la cual deberá cambiar cada determinado tiempo acordado previamente, y tendrá la responsabilidad fundamental de actuar como interlocutora del Taller Productivo con los demás actores del proyecto. Es aconsejable persuadir a las productoras de la conveniencia de designar al azahar a sus representantes, que más que como directivos deberán actuar como servidores temporales de sus representadas durante el período que decidan acordar.
4.- Efectos individuales.- El esquema de acción conjunta no debe recurrir al principio de la organización cooperativista convencional o al sentido de fusión, sino que debe de operar como un instrumento activo de colaboración, como una verdadera alianza estratégica que, respetando el principio de la individualidad, propicie y facilite el esfuerzo conjunto para acrecentar la capacidad de negociación e incrementar la productividad colectiva. Una alianza en la que los resultados y el ingreso para cada productora participante en el Complejo Productivo Binacional dependan de manera directa de la calidad y de la magnitud de su propio esfuerzo y de su talento creativo individual. La productora participante que trabaje más deberá de ganar más. La productora que elabore las piezas de mayor calidad y mejor diseño percibirá seguramente mayores ingresos.
5.- Encomienda de Instrumentación.- Las iniciativas de acción conjunta que acuerden los productores participantes llevar a cabo, no deberán ser instrumentadas ni coordinadas por ninguno de ellos, sino por un tercero, cuyos ingresos dependan directamente de los beneficios obtenidos como resultado de la propia acción conjunta. En el caso del Complejo Productivo Binacional esta encomienda se hace a los jóvenes universitarios que forman la Unidad Interdisciplinaria de Servicios Empresariales. Se evitará así que surjan desconfianzas y posibilidades de que algunos participantes obtengan mayores beneficios que otras de manera injustificada.
6.- Honorarios dependientes del resultado.- Si a quien se encomienda la tarea de instrumentar una iniciativa de acción conjunta se le contrata y se le paga en función de las tareas realizadas y no de los resultados obtenidos, es muy probable que en algún momento se presentará con un relación amplia de explicaciones y justificaciones de porqué no se obtuvo el objetivo deseado y ninguna será responsabilidad propia. Es fundamental que el importe de los honorarios mantenga una relación y dependencia directa con los resultados obtenidos. Si logra mucho, gana mucho, si logra poco, gana poco y si no logra nada pues no percibe nada.
De esta manera, los integrantes de un Taller Productivo, individual o grupal, no tendrán necesariamente que ponerse de acuerdo con los participantes en otros talleres, pero sí tendrán que ponerse de acuerdo con su Unidad Interdisciplinaria de Respaldo Empresarial, a la que encomendarán instrumentar las iniciativas de beneficio colectivo en las que hayan aceptado participar.
En el Complejo Productivo Binacional, las productoras participarán en iniciativas de acción conjunta tan sólo cuando lo estimen conveniente desde un punto de vista estrictamente emprendedor, sin prevalecer compromisos contractuales de vinculación o relación asociativa.
Las cooperativas de producción en su expresión y operación tradicional y las empresas comercializadoras o integradoras, en su concepción “modernista”, no parecen haber ofrecido opciones muy viables y acordes con la realidad sociocultural de América Latina. La experiencia demuestra que la verdadera acción conjunta surge efectivamente cuando persiste la libertad de no participar en ella.
No parece conveniente, por lo tanto, sugerir incentivos distorsionantes. El esfuerzo colectivo deberá surgir siempre de la convicción de que, en virtud de las ventajas de orden empresarial y en relación con cada iniciativa en lo particular, es mejor hacerlo de manera conjunta que en forma individual. Para que la acción conjunta se repita y profundice, es indispensable, por lo tanto, que la decisión de actuar colectivamente se ratifique en cada iniciativa y que se conserve en todo momento el derecho de no participar, sin que ello afecte la relación de colaboración.
Esta es la organización productiva que se propone en la Metodología IDEQ. Es claro pues que las productoras se organizan en talleres productivos en la operación, como también lo es que todas participan como socias de una sociedad cooperativa, que actúa como instrumento para acceder a la economía formal, pero que no se supone como un mecanismo para distribuir las que saben valorar el trabajo individual y el esfuerzo creativo.
El Complejo Productivo sustenta, por estas razones, la estructura organizacional en los pequeños talleres productivos, con un número reducido de integrantes, que participan en un gran esfuerzo colectivo de colaboración y acción conjunta para el desarrollo local, reconociendo que el más grave problema de la pequeña unidad productiva no es que sea pequeña sino que actúe sola.
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