innovación para el desarrollo equitativo
Construcción de la Metodología IDEQ
Hace ya varios años, al constatar que México figuraba entre lo principales países en el mundo con mayor número de fracasos en el diseño y ejecución de proyectos productivos, me aboqué, en primera instancia, a coordinar un esfuerzo para confirmar las hipótesis del porqué de esta lamentable realidad. Con el respaldo institucional de Nacional Financiera, en ese entonces el principal banco de desarrollo del país, y del Programa de Naciones Unidos para el Desarrollo (PNUD), recorrí el país coordinando el trabajo de un grupo de expertos y coincidimos que una de las razones principales de tal situación lo constituía esa propensión generalizada en México de importar, de manera indiscriminada, conceptos y modelos de desarrollo empresarial de corte anglosajón, por conducto de los Estados Unidos de América, y en particular esa pretensión de imponerlos, a toda costa, en una población que en términos económicos, sociales y, sobre todo, culturales, piensa, actúa y reacciona de manera diferente.
Investigamos y llegamos a la conclusión de que no existía una metodología de fomento a proyectos productivos entre la población de ingresos medios y bajos que tomara en especial consideración nuestra propia realidad, ni en el sector público ni en el privado y social, y tanto en el ámbito federal, como en el estatal y municipal.
Convencidos, por otra parte, de que el desarrollo es en esencia un fenómeno absolutamente endógeno y no conociendo algún caso en el mundo en que el desarrollo haya llegado de arriba hacia abajo o de afuera hacia adentro, decidimos acudir a cinco comunidades que pudieran ser representativas de la población de bajos ingresos en el país para invitarlas a construir conjuntamente una metodología proyectos productivos que atendiera su realidad, sus valores, su contexto y sus verdaderas aspiraciones, reconociendo que nosotros, si bien no disponíamos de una metodología que proponerles, si teníamos ciertas capacidades técnicas y habíamos registrado diversas experiencias de aciertos y de fracasos que podrían resultar de utilidad.
Fue así que invitamos a incorporase a esta iniciativa a un grupo de más de 150 mujeres indígenas mayas, tejedoras de productos de palma de Jipi de la Comunidad de Becal, en el Municipio de Calkini, Campeche, las que con gran entusiasmo aceptaron participar en la iniciativa.
En el Municipio de Jojutla, en el Estado de Morelos formaron el segundo Proyecto un numeroso grupo de costureras, particularmente explotada por los empresarios maquiladores, como lo son casi todas las costureras de México.
El tercer proyecto se activó en la Comunidad de Santa Clara del Cobre, Municipio de Salvador Escalante, en Michoacán, con un grupo de artesanos del cobre, mayoritariamente hombres.
La invitación a construir la Metodología IDEQ fue también aceptada por un grupo de mujeres artesanas del Rebozo de muy divisas comunidades del Municipio de Santa María del Río, en San Luis Potosí.
Finalmente se incorporaron, en un quinto Proyecto, casi mil mujeres indígenas otomíes del Municipio de Tolimán en Querétaro dedicadas a las artesanías textiles.








